jueves, 17 de noviembre de 2016

Momento Camilla igual a dolor

Llega ese momentazo de poner mi hombro en manos de otra persona... Mi salud otra vez en manos de otro y me toca sí o sí confiar en que va a estar bien formada, que no me va a hacer daño, que no va a ser bruta, que va a tocar donde quiero que toque, donde necesito que toque y soy un puñetero saco de nervios.
Hace una semana y media comencé eso que llaman rehabilitación en las mutuas, y tristemente puedo decir que se nota cuando alguien tiene su salario asegurado independientemente de los resultados del tratamiento.
Pero esa es otra historia que ya contaré si consigo que mi enfado alcance límites normales, porque yo soy Fisioterapeuta y sé toooooodo lo que se podría añadir a mi tratamiento.Pero ahora soy paciente.
Las movilizaciones de un hombro que ha perdido todo su rango articular son dolorosas sí o sí y la Fisioterapeuta que me atiende es cuidadosa eso no se lo puedo negar, eso no quiere decir que no sea doloroso y que yo aguante lo indecible para que siga moviendo. Sé de sobra que no me voy a romper. La sensación es indescriptible, el notar que debajo de tu omóplato hay algo que te agarra con todas sus fuerzas para que no te muevas y que si mueves de más te provoca un dolor que te baja hasta la mano. 
De momento, estamos muy centradas en recuperar la flexión sin que la escápula se suba hasta mi garganta y la abducción. Las rotaciones son imposibles, siempre son lo último que se recupera en este tipo de lesiones. Yo iba muy ilusionada porque me notaba que movía mas y más pero claro compensaba hasta con las pestañas y en la camilla el movimiento puro de la articulación no ha alcanzado todo lo que yo pensaba que tenía.Así que un pasito atrás y centrarme en todo aquello que yo pueda hacer para mejorar.

Cuando me tumbo en la camilla me centro, respiro, pienso en todo lo que me dolió parir y la fractura, intento ser lo mas disciplinada posible, pero sé que acabo con los pelos revueltos, el labio mordido y con ganas de llorar. No puedo dejar de pensar en muchos de mis pacientes y en mis niños a los que tuve que someter a esta "tortura". Solo ha habido un día en el que el dolor ha dicho hasta aquí... Lo siguiente es empezar a llorar y he tenido que pedir a mi Fisio que parara. Es más intento estar con los ojos cerrados y no mirarla, pero el labio me delata. Creo que esto sólo lo va a entender aquellos que han sufrido este tipo de movilizaciones.

Podría explicar medio millón mas de cosas, pero esto hay que vivirlo, o mejor no...