Ya ni me acuerdo del día en el que me hicieron esta última radiografía... Pero fue alegría total y absoluta no ver ni un trocito de la dichosa fractura.
Una de las cosas que debía asumir es las secuelas de la fractura y casi un año después puedo decir que son pocas o ya me he hecho a ellas.
Digo vamos cerrando este capítulo porque todavía me quedan dos pruebas para poder cerrarlo, pero me gustaría poder decir que todo lo que queda es normal después de la que me lié. Cuando me cogí el alta para empezar a trabajar había perdido la sensibilidad completa del anular y el meñique pero había que incorporarse sí o sí al trabajo y gracias a un fisioterapeuta maravilloso comencé a recuperarla, y de la seguridad social otra vez señores.
Me escuchó como paciente, me escuchó como fisioterapeuta, me escuchó como madre y como deportista también. Se volcó en mis sensaciones y necesidades y me ayudó mucho más de lo que él se piensa. La liberación miofascial ha sido un gran descubrimiento, menuda llorera y alivio a la vez.
Otra de las cosas que ha hecho que me recupere y que apenas queden secuelas es la bicicleta y tener un compañero loco de nuevas aventuras sobre ella. Le comenté a mi traumatólogo si se podía y me dijo si vas a hacer descenso lo mismo hasta esos microimpactos te vienen bien. Pues sí que vinieron bien.... Osifiqué lo que quedaba por cerrar, empecé a recuperar la fuerza y la sensibilidad.
Así que poco a poco este brazo vuelve a ser mío pero yo no soy la misma. Porque bendita fractura. Pero eso es algo que ya contaré más adelante...